Masacre en la discoteca: 3 muertos y 8 heridos
Alfredo Vivas Joan Rangel Gaudy Moros Un paramédico de los Bomberos cubre con una sábana el cuerpo de Jhoan José Rangel Manjarrez, poco después del tiroteo en la discoteca "Seven & Eleven". (Foto: Cortesía Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal) Técnicos de la policía científica hacen el levantamiento planimétrico y experticias balísticas al frente de la discoteca, donde se puede observar los impactos de bala. (Foto: Tulia Buriticá) Julio César Gómez, propietario del local, sospecha que el móvil del atentado es la venganza. |
( Miriam Bustos )
Tres jóvenes muertos y ocho heridos fue el sangriento balance de la masacre en la discoteca "Seven & Eleven", de Barrio Obrero, cuando dos delincuentes irrumpieron en el local, disparando a mansalva contra los asistentes, y al huir lanzaron una granada, en horas de la madrugada de este domingo.
Armados de un revólver y de una subametralladora, y luego de disparar contra el portero, arremetieron de manera indiscriminada contra quienes se divertían en la discoteca, en la calle 9 entre carreras 18 y 19, cuando celebraban la "Noche de Halloween".
Se dijo, aunque no se confirmó, que ante el sorpresivo ataque, dos clientes se levantaron de sus asientos y aparentemente dispararon contra los pistoleros, que optaron por huir en veloz carrera, no sin antes lanzar contra el local una granada de fabricación casera, llena de balines de plomo, que afortunadamente estalló a unos cuantos metros de la fachada del local, y no en su interior, pues de lo contrario la tragedia pudo haber sido mayor.
Como consecuencia del tiroteo, murieron en el lugar Alfredo Vivas, de 17 años de edad, estudiante de bachillerato, que residía en Puente Real, y Jhoan José Rangel Manjarrez, de 18 años, quien trabajaba vendiendo gorras en un local del área comercial de la ciudad y vivía en La Chucurí.
La joven Gaudy Lilibeth Moros Romero, de 18 años, quien residía también en Puente Real y estaba a punto de iniciar el curso para ingresar a las filas de la Policía Regional, murió en el quirófano, poco después de que en una ambulancia del Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal la trasladaran al Hospital Central. A la joven le apreciaron un balazo en el tórax, otro en la pierna y un tercero en un brazo.
Los heridos fueron identificados como Roberto Manrique, de 19 años, portero de la discoteca; Jorge Enrique Ramírez Ibarra, de 18 años de edad; María Chacón, de 19 años; Martín Emilio Sánchez Reyes, y Gabriel Antonio Mariño Mendoza, cada uno de 21 años; los adolescentes A. Contreras y B. Monsalve, ambos de 17 años, el segundo presenta un cuadro clínico delicado, y finalmente, Jackson Gómez Acevedo, quien fue internado en una clínica privada de la ciudad.
Todos tienen heridas de bala y algunos de ellos fueron afectados por las esquirlas esparcidas por la explosión de la granada.
Las víctimas fueron auxiliadas en el lugar del suceso y luego de estabilizarlas, fueron trasladadas hasta el Hospital Central, en su mayoría, por comisiones del Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal, que al mando del teniente Eloy Durán, apoyaron la emergencia en las ambulancias 29 y 30.
Igualmente, arribaron al sitio y mantuvieron cercada la escena del crimen, funcionarios de Politáchira, de la Policía Municipal, la Guardia Nacional y del Sebin, siendo estos últimos quienes acometieron las investigaciones sobre el artefacto explosivo que fue detonado.
Posteriormente llegó la policía científica, cuya Brigada Contra Homicidios se encargó del levantamiento y traslado de los cadáveres a la morgue del Hospital Central, y a efectuar las entrevistas y experticias preliminares.
Suceso sin precedentes
Este domingo, en la mañana, nuevamente los detectives del Cicpc se trasladaron a la discoteca y efectuaron el levantamiento planimétrico del hecho y la traza de balística.
Se dijo que unos 50 cartuchos de calibre punto 45, y de 9 milímetros, al igual que los balines o plomos que quedaron incrustados en la pared del inmueble contiguo a la discoteca, la espoleta de la granada, entre otras evidencias, fueron colectados por los expertos a fin de analizarlos.
Julio César Gómez, propietario del establecimiento, manifestó tener una presunción sobre el móvil del hecho, y refirió que hace algunos días se vieron en la obligación de desalojar del local a un grupo de jóvenes que le faltó el respeto a una joven cliente, y éstos habrían amenazado a viva voz de que eso no se quedaría así.
--- Desde febrero, que tengo el negocio, no había tenido ningún problema. Pero hace unos días tuve que mandar a sacar, con los mesoneros y el portero, a tres muchachos que le faltaron el respeto a una cliente. En la calle comenzaron a gritar y a amenazar con que ellos eran de San Josecito, y decía uno de ellos que él era alguien, no recuerdo cómo dijo que se llamaba, y que era muy conocido en ese sector. Los muchachos que acompañaban a la cliente que tocaron, salieron y los agarraron a golpes. Yo imagino que pudo ser eso, una represalia por lo que pasó ese día--, declaró Gómez.
Reiteró que fueron dos hombres los que entraron al local y comenzaron a disparar a mansalva, para luego correr. Se subieron a una camioneta de características no precisadas, en la cual se dieron a la fuga.
Investiga el Cicpc
Para los investigadores del Cicpc aún no hay un móvil claro en el hecho, razón por la cual continúan tomando testimonios a quienes estuvieron presentes.
El hecho es que existen varias versiones sobre lo acontecido en la discoteca. Una, señala que efectivamente, pudo ser una represalia o venganza, tal como lo indicó el propietario del local.
Otra indica que poco antes del ataque, los criminales tuvieron una discusión con el portero, quien les impidió ingresar al local, porque no iban disfrazados, tal como era la norma para este sábado, dado que festejaban la "Noche de Halloween". Se dice que ellos regresaron luego y cometieron el crimen.
También se maneja la hipótesis de una guerra entre bandas, ya que presumen que los pistoleros iban por una persona específica, que supuestamente se encontraba en el establecimiento.
Llamado de reflexión
El hecho es que, sea el móvil que sea, tres jóvenes murieron, otros resultaron heridos, dos de ellos en grave estado, lo que permite hacer un llamado de reflexión tanto a los padres como a las autoridades.
Dialogando con algunos vecinos de ese sector, indicaron que el ente encargado de otorgar permisos de funcionamiento a establecimientos de expendios de bebidas alcohólicas debería ser más estricto y fiscalizar constantemente que las normas establecidas se mantengan.
Y que, si bien es responsabilidad de los padres saber dónde, con quién y qué hacen sus hijos, sobre todo menores de edad, a altas horas de la madrugada, muchos de ellos libando licor, también es menester de los organismos de seguridad, evitar que esto suceda.
Añadieron los vecinos, que prefirieron no suministrar sus nombres, que la discoteca donde ocurrió la tragedia no cuenta con puerta de emergencia, aunque sí existe el aviso en una, pero da a una habitación.
Aseguraron que al momento del atentado habían muchos menores de edad en su interior, cuya presencia pudiera entenderse, mas no justificarse, cuando los adolescentes muestran a los porteros cédulas de identidad de otras personas, mayores de edad, y por ello exigieron un mayor control en este sentido.
De ser cierto que dentro del local había clientes armados que respondieron al ataque de los criminales, sugirieron revisar esta situación, y agregaron que, debido a la contaminación sónica que provoca la discoteca en el sector, ya habían solicitado su cierre.
Ante el luto que embarga hoy a tres familias tachirenses y mantiene en zozobra a otras ocho, no queda otra alternativa que analizar la situación, y proponerse recobrar los valores morales que ha perdido la juventud. Ese, debería ser el objetivo primordial de los padres y tutores, en esta tan convulsionada sociedad, según aseguraron los consternados vecinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario