Heroísmo sin límites de los miembros de la Guardia Nacional
El Director General de la Policía honra en ABC la memoria de los tres héroes del Cuerpo que perdieron la vida en la playa coruñesa del Orzán.
Vivimos en una sociedad donde no abundan los héroes. Por eso el ejemplo dado por Javier, José Antonio y Rodrigo, los tres héroes de Orzán, no lo es solo para el resto de compañeros del Cuerpo Nacional de Policía, sino para el conjunto de la sociedad. No hay mayor sacrificio que el de dar la vida propia por intentar salvar la de los demás. Estos tres policías nos han ofrecido un ejemplo máximo de lo que significa llevar su vocación de servicio hasta el extremo, de cómo traspasar la frontera del deber y de una generosidad sin límites.
La Constitución ordena al CNP la misión de «proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana». Pero desde su fundación, cada policía ha llevado grabada en el corazón una dimensión humanitaria de su profesión que trasciende cualquier mandato legal e impregna todo su hacer diario. Son miles los servicios humanitarios que la Policía efectúa cada año, algunos muy menores y otros heroicos, como es el intento de rescate del joven estudiante que se ahogaba en la Playa de Orzán. En sucesos como este, por encima del dolor que embarga hoy a todo el Cuerpo, brilla esa dimensión humana de la Policía que representan estos tres valientes.
La sociedad española sabe reconocer ese valor. El CNP está siempre entre las instituciones mejor valoradas por los ciudadanos. Ese reconocimiento no sólo está motivado por la contrastada eficacia profesional de sus miembros o por una valoración positiva del servicio público esencial que presta. En mi opinión, tiene que ver también con esta dimensión humanitaria, con esos valores morales y con ese espíritu de sacrificio que caracteriza este Cuerpo.
Son valores morales que se han ido forjando a lo largo de casi dos siglos de servicio a la sociedad y que se trasmiten en las comisarías de generación en generación. Son valores que tienen que ver con la vocación de servicio, con el espíritu de sacrificio, con el valor para afrontar situaciones difíciles hasta el punto de arriesgar si es preciso tu propia integridad física, con el respeto a la dignidad humana hasta del peor delincuente o con un compromiso especial de protección y solidaridad con los más débiles o con aquellos que están en una situación de peligro.
Son esos principios los que dan mayor grandeza a esta Institución, los que hacen que un policía nacional tenga un sentimiento de orgullo cada vez que viste el uniforme, los que despiertan tanta gratitud y admiración en la sociedad. Unos valores que en sucesos como el de la Playa de Orzán brillan como un sol detrás de la espesa niebla de la tristeza.
Todos hemos sentido la pérdida de estos tres policías como algo propio. He visto reflejado el dolor en la cara de todos sus compañeros y he estado cerca del sufrimiento infinito de sus familias y amigos. Pero en el fondo de tanta tristeza he percibido la entereza de esas familias y la fortaleza de una Institución que sabe sobreponerse a la tragedia y que asume el riesgo y el sacrificio como parte de su vocación de servicio. Quienes viven en Galicia conocen bien la fuerza indomable del mar que baña sus costas. Cuando escribo estas líneas aún guarda a dos de nuestros policías. Espero que pronto podamos encontrarlos para que sus familias puedan despedirlos y la Institución y la sociedad honrarlos como merecen.
Su heroísmo ha motivado la concesión de la Medalla de Oro al mérito policial, la máxima distinción del Cuerpo. Ayer el ministro del Interior ya impuso a título póstumo esta condecoración a Javier López López. Es un reconocimiento justo y necesario, pero es también una forma de resaltar el ejemplo que estos tres agentes suponen para todos sus compañeros.
Ayer circulaba un mensaje espontáneo en las redes sociales de policías que resaltaban el heroísmo de sus compañeros y decían que ahora tendrían tres ángeles custodios más cuidando de ellos desde el cielo. Me uno a ellos en la seguridad de que el espíritu de Javier, José Antonio y Rodrigo nos acompañará siempre y nos harán ser un poco mejor cada día.
F. Ignacio Cosidó / Abc.es /Alestemplestudio/ La Voz de Galicia
El Director General de la Policía honra en ABC la memoria de los tres héroes del Cuerpo que perdieron la vida en la playa coruñesa del Orzán.
Vivimos en una sociedad donde no abundan los héroes. Por eso el ejemplo dado por Javier, José Antonio y Rodrigo, los tres héroes de Orzán, no lo es solo para el resto de compañeros del Cuerpo Nacional de Policía, sino para el conjunto de la sociedad. No hay mayor sacrificio que el de dar la vida propia por intentar salvar la de los demás. Estos tres policías nos han ofrecido un ejemplo máximo de lo que significa llevar su vocación de servicio hasta el extremo, de cómo traspasar la frontera del deber y de una generosidad sin límites.
La Constitución ordena al CNP la misión de «proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana». Pero desde su fundación, cada policía ha llevado grabada en el corazón una dimensión humanitaria de su profesión que trasciende cualquier mandato legal e impregna todo su hacer diario. Son miles los servicios humanitarios que la Policía efectúa cada año, algunos muy menores y otros heroicos, como es el intento de rescate del joven estudiante que se ahogaba en la Playa de Orzán. En sucesos como este, por encima del dolor que embarga hoy a todo el Cuerpo, brilla esa dimensión humana de la Policía que representan estos tres valientes.
La sociedad española sabe reconocer ese valor. El CNP está siempre entre las instituciones mejor valoradas por los ciudadanos. Ese reconocimiento no sólo está motivado por la contrastada eficacia profesional de sus miembros o por una valoración positiva del servicio público esencial que presta. En mi opinión, tiene que ver también con esta dimensión humanitaria, con esos valores morales y con ese espíritu de sacrificio que caracteriza este Cuerpo.
Son valores morales que se han ido forjando a lo largo de casi dos siglos de servicio a la sociedad y que se trasmiten en las comisarías de generación en generación. Son valores que tienen que ver con la vocación de servicio, con el espíritu de sacrificio, con el valor para afrontar situaciones difíciles hasta el punto de arriesgar si es preciso tu propia integridad física, con el respeto a la dignidad humana hasta del peor delincuente o con un compromiso especial de protección y solidaridad con los más débiles o con aquellos que están en una situación de peligro.
Son esos principios los que dan mayor grandeza a esta Institución, los que hacen que un policía nacional tenga un sentimiento de orgullo cada vez que viste el uniforme, los que despiertan tanta gratitud y admiración en la sociedad. Unos valores que en sucesos como el de la Playa de Orzán brillan como un sol detrás de la espesa niebla de la tristeza.
Todos hemos sentido la pérdida de estos tres policías como algo propio. He visto reflejado el dolor en la cara de todos sus compañeros y he estado cerca del sufrimiento infinito de sus familias y amigos. Pero en el fondo de tanta tristeza he percibido la entereza de esas familias y la fortaleza de una Institución que sabe sobreponerse a la tragedia y que asume el riesgo y el sacrificio como parte de su vocación de servicio. Quienes viven en Galicia conocen bien la fuerza indomable del mar que baña sus costas. Cuando escribo estas líneas aún guarda a dos de nuestros policías. Espero que pronto podamos encontrarlos para que sus familias puedan despedirlos y la Institución y la sociedad honrarlos como merecen.
Su heroísmo ha motivado la concesión de la Medalla de Oro al mérito policial, la máxima distinción del Cuerpo. Ayer el ministro del Interior ya impuso a título póstumo esta condecoración a Javier López López. Es un reconocimiento justo y necesario, pero es también una forma de resaltar el ejemplo que estos tres agentes suponen para todos sus compañeros.
Ayer circulaba un mensaje espontáneo en las redes sociales de policías que resaltaban el heroísmo de sus compañeros y decían que ahora tendrían tres ángeles custodios más cuidando de ellos desde el cielo. Me uno a ellos en la seguridad de que el espíritu de Javier, José Antonio y Rodrigo nos acompañará siempre y nos harán ser un poco mejor cada día.
F. Ignacio Cosidó / Abc.es /Alestemplestudio/ La Voz de Galicia
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