Tema sugerido por Elimar Gil
- ¿Cómo es posible que nos hagan esto? ¡Es un abuso! ¿Por qué no hay nadie que nos ayude?Esto fue lo último que oyó decir Regulo Fernández a su primo Carlos Fermín antes de la explosión que lo arrojó al piso. Minutos antes todo el grupo venía tomado de las manos tratando de escapar; pero al llegar a la cocina alguien gritó que se devolvieran pues aquello podía estallar. Al salir de nuevo al pasillo, Regulo, su esposa y su cuñado estaban solos; el resto de la gente había tomado otra dirección. No era fácil orientarse en medio de la espesa humareda y la oscuridad cerrada.
- ¿Cómo es posible que nos hagan esto? – Repetía indignado Carlos Fermín en algún lugar que los otros no lograban precisar, hasta que la explosión acalló su voz.
Regulo se incorporó como pudo y con el corazón latiéndole en las sienes, tomó a su esposa y a su cuñado alentándolos a seguir. Tropezaron varias veces antes de rodar por unas escaleras; terminaron en un pasillo lleno de cachivaches que obstruían el paso. Avanzaban y caían. Tenían la impresión de estar en una capsula de tiempo detenido, en la que solo se oía el crepitar de las llamas y el lejano ulular de las sirenas. Tosiendo muy fuerte y con los ojos inyectados en sangre lograron bajar hasta algún punto en el que exhaustos cayeron desmayados.
Regulo volvió en sí de inmediato y lo primero que pidió fue que rescataran a su primo – Busquen a Carlitos, búsquenlo por favor que está con su familia – Una de las personas que lo atendía le dijo que no se preocupara pues el otro grupo ya estaba a salvo en la terraza.
- ¡No, no! Vayan por ellos, deben estar adentro todavía. ¡Vayan por favor!
28 de noviembre de 1987 – Noche de Bodas
Los invitados comenzaron a llegar a las nueve de la noche. El sitio escogido para la recepción fue el salón Nueva Esparta del hotel Margarita Concorde, el más grande y fastuoso de la isla. Hora y media antes se había llevado a cabo el enlace nupcial de Roxana María Fermín Sambrano y Christopher Paul Scipione en la iglesia Epifanía del Señor.
Roxana María pertenecía a una conocida familia de farmaceutas de la isla de Margarita que además tenía importantes inversiones en el área inmobiliaria. Christopher era nativo de la ciudad de Stamford, ubicada en el costero estado de Connecticut (EEUU). La pareja se conoció y enamoró cuando estudiaban Administración de Empresas en el Roger William College. Las familias Fermín y Scipione esperaban aquella noche a 360 invitados para celebrar por todo lo alto la boda de sus hijos.
Entre los asistentes estaban el ingeniero Gustavo Fermín y su esposa Lorena Catalano, hija del comerciante Giovanni Catalano y sobrina del doctor Jesús Noriega Ordaz, Secretario General del partido social cristiano COPEI. Esa pareja que había festejado su propia unión en aquellas mismas instalaciones siete meses antes, regresaba esa noche sin saberlo, para morir.
Para animar la velada se contrató al grupo musical PK-2, del que formaba parte el joven José Aristóbulo Castañeda, estudiante de la Escuela de Artes en la Universidad Central de Venezuela. Castañeda quien se ganaba la vida con su talento para la música, vivía con su familia en el Bloque 9 de Montepiedad en Caracas. Aquel fin de semana viajó a la isla con su madre para cumplir con el compromiso de la agrupación de tocar en la boda.
A medida que avanzaban las horas la asistencia se hacía más nutrida. El continuo tintinear de copas rivalizaba con las risas y las conversaciones despreocupadas. A eso de la medianoche la novia manifestó su deseo de retirarse, pero el novio se negó. Estaba muy contagiado por la alegría del momento como para irse tan temprano. Con él estaba, Michel Joseph Buzzeo quien vino desde los Estados Unidos para estar presente en la boda de su mejor amigo. Los padres de Christopher, los señores Alfred y Geraldine se alojaban en una de las habitaciones del Margarita Concorde a la que se retiraron luego de compartir un rato con su nueva familia.
Después de las 3 el grueso de los concurrentes se fue retirando; el amplio salón se veía cada vez más vacío; solo iban quedando los más parranderos, los de mayor aguante. En algún momento, el grupo acordó esperar a que amaneciera para irse todos a terminar la celebración en casa de Carlos Fermín. A las 4:15 de la madrugada ya había menos de 20 personas. Michel manifestando curiosidad ante el arpa vernácula pidió a Aristóbulo que le hiciera una demostración de cómo se tocaba. Varios estaban pendientes de la ejecución y los otros conversaban en los diferentes rincones del salón de fiestas. Carlos Fermín (hijo), su esposa María Elena y su hermana Carliris abandonaron el salón con la intención de ir a casa a buscar el equipaje de Roxana, la novia.
A las 4:30 de la madrugada solo quedaban la pareja de recién casados, el doctor Carlos Fermín, su esposa Iris Sambrano, el ingeniero Gustavo Fermín y su esposa Lorena, la niña de 11 años Carla Fermín, la señora Rosa Freites, amiga de la familia y gerente de la red de tiendas “La Sirena”, Isaac Ramón Moya un joven de 24 años al que la familia Fermín crió desde muy pequeño, José Aristóbulo Castañeda, Michel Joseph Buzzeo, Régulo Fernández, su esposa Benilde, su cuñado Félix Campos y el padrino de la boda Reinaldo Cardozo.
Un hombre en la cornisa
A las 4:58 minutos de la madrugada del domingo 29 de noviembre llegó el aviso al cuerpo de bomberos vía telefónica – ¡Hay un incendio en el hotel Concorde! – Sin esperar a confirmar el hecho como lo estipula el protocolo, el comandante Simón Navas Flores activó la alarma. En seguida salieron dos unidades pero cuando llegaban a las cercanías del hotel, se percataron de que salía mucho humo y que estaban frente a un incendio de grandes proporciones; así que se comunicaron con la central para que enviaran refuerzos. Un total de nueve hombres, al mando del teniente Herbert Velásquez, asumió la tarea de extinción de las llamas y rescate en condiciones muy precarias, minutos más tarde se incorporó el propio jefe de bomberos.
La lucha contra el fuego era desigual por contar con tan pocos efectivos, carentes de casi todo: No había mascaras antigases, tampoco unidades con escaleras mecánicas que permitieran llegar al piso 4, así que en combinación con el personal de seguridad del hotel, Defensa Civil, Guardia Nacional y policía del estado se llevó a cabo – dentro de lo que se podía – un operativo que evitó mayores pérdidas de vidas humanas. Se trabajó con los extinguidores y mangueras del propio hotel. Con el agua que había en los camiones bomba y otra que se fue a buscar luego al Paral de Macho Muerto se llenaron los depósitos de la edificación que surtían las mangueras de emergencia de los pisos superiores.
En la calle, la policía del estado, comandada por Daniels Torres acordonaba el sitio y colaboraba con la evacuación de los huéspedes.
Al llegar la mañana y ya cuando el fuego estaba a punto de ser controlado, el teniente Herbert Velásquez oyó gritos de socorro que parecían provenir de un balcón, al estar en el cuarto piso, con un incendio como ese y con lenguaradas de espeso humo saliendo de todos lados aquello le pareció irreal, sin embargo fue a asomarse y con asombro vio a un joven que se aferraba a una viga, con los pies precariamente apoyados en la cornisa. Era Reinaldo Cardozo quien ya tenía allí más de una hora tratando de sobrevivir, teniendo por un lado el fuego y el humo y por el otro una caída al vacío de 25 metros. El teniente Velásquez tomó a Cardozo de los brazos y lo ayudó, a través de la ventana, a regresar al hotel. Se convertía así en el único sobreviviente del grupo guiado por el patriarca de la familia, el doctor Carlos Fermín.
¡Fuego, fuego!
Regulo, Benilde y Félix Campos departían en una mesa cercana a la salida mientras más al centro del salón, el resto escuchaba la ejecución del arpa y compartía impresiones sobre la boda sin saber que en el salón contiguo: el Cubagua, la explosión de un cajetín eléctrico estaba a punto de desencadenar la tragedia.
La remodelación que se llevaba a cabo, redujo la capacidad de funcionamiento del hotel al 70%, la intervención incluía habitaciones y áreas de uso múltiple. Los muebles y escombros que se sacaban de aquellos espacios iban a parar a otros recintos y pasillos bloqueando en muchos casos las salidas de emergencia. Los salones Coche y Cubagua y los pasadizos que comunicaban las diferentes estancias del área “Fiestas” estaban atiborrados de objetos y material inflamable. Cables de alta tensión asomaban peligrosamente por el techo falso. Trozos de maderas, alfombras, tapices, colas y solventes industriales eran los ingredientes de aquella sopa mortal. Solo se requería de una chispa para provocar un estallido y eso fue exactamente lo que pasó en el Cubagua mientras el pequeño grupo de personas permanecía ingenua en el salón de al lado.
Un corto circuito en el panel ubicado detrás del Salón Cubagua causo una explosión que precedió a las llamas. Fue tal la detonación que abrió un boquete en la pared. Las llamas se propagaron rápidamente consumiendo todo lo que hallaban a su paso. La primera andanada de humo tóxico llegó al salón Nueva Esparta precedida de un mesonero que gritaba ¡Fuego, fuego! Sus gritos alertaron a los presentes que de inmediato buscaron salir. Los primeros en llegar al pasillo fueron Regulo y sus dos acompañantes; en segundos se les unió el resto. Las luces se apagaron y el humo se hizo más espeso, todos se tomaron de las manos y comenzaron a buscar la salida en medio de aquella oscuridad.
La humareda caliente les golpeaba el rostro. Alguien los llevó por error a la cocina, el sitio más peligroso en el que podían estar en ese momento; así que decidieron salir de allí con la mala suerte de que al volver al pasillo, las tinieblas, el pánico y una repentina explosión dividieron al grupo en tres partes. Entre los gritos de horror se oía la colérica voz del doctor Fermín: ¿Cómo es posible que nos hagan esto? ¡Es un abuso! Regulo y los suyos avanzaron a tientas por un pasaje que luego de una peligrosa caída los llevó fuera. La doctora Iris de Fermín y su pequeña hija Carla, acompañadas de José Aristóbulo Castañeda casi lograron escapar, horas más tarde, sus cuerpos serían hallados muy cerca de la salida.
Carlos Fermín y el resto del grupo tomaron un camino distinto. Sin poder orientarse quedaron atrapados entre el fuego y los ventanales. Grandes y violentas bocanadas de humo salían por los ductos del aire acondicionado, como pudieron llegaron hasta uno de los balcones que estaban sobre la marquesina y allí trataron de resistir. Se sabían sin escapatoria, pues al frente estaba el fuego y por detrás 25 metros de altura. Carlos Fermín ordenó a todos que se tomaran de las manos para no perderse, el humo seguía saliendo a chorros de los ductos. Poco a poco el coro de voces espantadas disminuía, se apagaba en las gargantas agónicas. A las 6:30 de la mañana quedaban en pie Carlos Fermín, su hijo Gustavo, Lorena y Reinaldo. El humo era más negro y sofocante. Lorena abrazada de su esposo suplicaba que la salvaran, que no la dejaran morir. Gustavo, extenuado trataba de consolarla cuando de pronto ambos se desplomaron. Habían muerto.
Ya solo quedaban Carlos y Reinaldo. En un postrer arrojo de nobleza el farmaceuta tomó al joven y lo ayudó a salir hacia la parte externa del balcón. Con energía le pidió sobrevivir:
- Sálvate Rey, sálvate tú hijo… No mires al vacío, mira hacia la pared. Trata de no marearte – Luego de dejarlo allí, Carlos Fermín regresó adentro para esperar a la muerte junto a los suyos.
Reinaldo estuvo colgado en ese sitio por más de hora y media hasta que fue rescatado.
Cuando por fin se extinguieron las llamas y se pudo revisar el área afectada lo primero que se encontró tirado entre los escombros fue el bouquet de la novia. Muy cerca de la salida hallaron tres cuerpos y más adelante los 8 restantes entrelazados. Todos estaban intactos, a ninguno los tocó el fuego. Habían muerto por asfixia.
La primera comisión investigadora se armó mientras aún ardía el fuego. Estaba integrada por el comandante del cuerpo de bomberos, el comisario William Melian de la delegación local de la Policía Técnica Judicial, el jefe de seguridad del hotel Concorde y un representante de la compañía aseguradora.
Los once cadáveres fueron llevados a la morgue del hospital Luis Ortega de Porlamar donde serían examinados e identificados por los médicos forenses Irán Bello e Ildefonso Fernández. El lunes 30 de noviembre la prensa regional tituló: “Margarita llora a sus muertos”. En sus páginas se ofrecía amplia información del siniestro y las primeras versiones sobre el origen del suceso; destacaban las de la señora Tulia Soucy de González-Gorrondona, presidenta de la Organización Concorde y las del gerente del hotel, el señor Rafael Hernández. Tulia Soucy aseguró entre sollozos que el grupo empresarial estaba afectado por la tragedia y dio a los reporteros lo que llamó “la versión de uno de los empleados del hotel”. Según lo narrado por el empleado, al producirse la explosión, las personas que quedaban en el salón Nueva Esparta fueron inmediatamente auxiliadas por el personal de seguridad, que siguiendo las indicaciones aprendidas en los talleres del cuerpo de bomberos sirvieron de guías para la evacuación. Solo que “inexplicablemente, luego de haber avanzado dieron paso atrás, como si alguno hubiese sufrido una caída y después no se supo más de ellos”.
La presidenta de la Organización Concorde expresó que sus empleados “se portaron como unos héroes y todos los sistemas (de seguridad) del hotel funcionaron”. Rafael Hernández ratificó lo dicho por la señora Tulia Soucy, relatando que en su caso se enteró del incendio cuando se encontraba descansando en su habitación ubicada en el piso 5, justo arriba del salón Nueva Esparta. Allí fue llamado por un empleado de la seguridad del hotel. Según lo recogido por la prensa el domingo 29 en la mañana, “a la hora de producirse el incendio aún quedaban 80 personas en el salón de fiestas, que fueron evacuadas en su mayoría gracias a la decidida y valiente acción de los empleados del hotel”. Se dijo que uno de ellos apenas oír la explosión corrió a tratar de extinguir las llamas, pero al ver la inutilidad de su esfuerzo se dirigió a avisar a la gente que estaba en la fiesta y a ayudar en su evacuación.
Regulo Fernández desmiente
“Si alguien del hotel hubiera estado allí, nadie hubiera muerto” expresó con la mirada fija en el vacío Regulo Fernández a los reporteros del “Sol de Margarita” que lo encontraron apesadumbrado a las puertas de la funeraria José Gregorio Hernández.
“Todavía yo no sé cómo fue que nos salvamos”, agregó Regulo entre la rabia y la tristeza, para luego desmentir la versión dada por los representantes del hotel en torno a la presencia en el lugar de 80 personas. “Todavía me parece oír la voz de Carlitos, protestar porque no acudía nadie a guiarnos hacia la salida”. Luego se dedicó a narrar lo que le tocó vivir en la trágica madrugada del domingo.
La versión dada por el otro sobreviviente Reinaldo Cardozo, a su propio padre, el periodista Héctor Cardozo de El Universal, tampoco coincidía con la explicación oficial del hotel. Los funcionarios del Concorde aseguraban que los sistemas de seguridad funcionaron perfectamente, alarmas y luces de emergencia, y que gracias a la decidida acción del personal de seguridad la tragedia no fue de mayores dimensiones en cuanto a pérdidas de vidas humanas. La contradicción entre lo dicho por los sobrevivientes y lo que aseguraba la directiva del hotel llevó a la opinión pública y a las autoridades a poner la lupa sobre la Organización Concorde.
El hotel Margarita Concorde
Al finalizar la séptima década del siglo pasado abría sus puertas el que vendría a ser uno de los edificios más emblemáticos de la oriental isla de Margarita: El hotel Margarita Concorde. Fue la primera estructura con más de seis pisos y se calificó como el más innovador desarrollo turístico de la zona. Sus modernas instalaciones tendrían impacto positivo en el posicionamiento de la isla como uno de los mayores atractivos turísticos de Venezuela.
Sin embargo, fue un proyecto que nació con plomo en el ala, pues los dueños del hotel venían recién de estar implicados en el escándalo de la quiebra del Banco Nacional de Descuento. En aquella ocasión se acusó a José Joaquín González Gorrondona por presunta apropiación de 4 mil 38 millones de bolívares, dinero que no podía ser tocado para otra cosa que no fuera para el pago de los intereses de los depositantes; además el Banco Nacional de Descuento inició acciones de índole penal, civil y mercantil en contra de personas vinculadas al grupo González Gorrondona por presunto fraude a la garantía prendaria que el grupo diera por los hoteles “Aruba Concorde” y “Margarita Concorde”.
En un ensayo publicado por la revista SIC en 1979 el padre Luis Ugalde s.j. hace una relación histórica de la manera en la que el grupo González Gorrondona manejó aquella entidad bancaria. “Estamos ante una de las cadenas de actos delictivos más gigantescos que se hayan dado en Venezuela. El centro del delito es el Banco Nacional de Descuento, el primer banco comercial del país y tiene como responsables principales a los banqueros José Joaquín González Gorrondona y su hijo José Joaquín González Centeno”. Más adelante, Luis Ugalde asegura en base al informe del interventor que el BND ya había tenido que ser intervenido por el estado a mediados de los 60 “como consecuencia de una política administrativa orientada hacia una alta concentración de créditos en pocas empresas, hacia inversiones inmobiliarias poco liquidas hechas indirectamente a través de empresas afiliadas o de clientes con trato preferencial”. En otras palabras el grupo usaba los depósitos de los ahorristas para auto otorgarse prestamos que luego no eran satisfechos, originando una crónica deficiencia en el encaje legal que para 1979 sobrepasaba los 4.000 millones de bolívares.
En el informe presentado por el interventor en aquel año se establecía que el 59,9 % del total de los créditos no eran recuperables a corto plazo y estaban otorgados a empresas filiales y/o asociadas al Banco Nacional de Descuento. En la primera intervención, en los años 60 la entidad pudo ser sacada a flote por el estado, (curiosamente, una de las medidas que se tomó fue nombrar como ministro a José Joaquín González Gorrondona), en la segunda el estado venezolano compró a través de la Corporación Venezolana de Fomento el 65 % de las acciones asumiendo así el control, dirección y propiedad del banco. Esto hizo preguntar al sacerdote jesuita, Licenciado en Filosofía y Letras, Teología y Sociología “si aquella intervención no terminaría resultando un premio a las delictivas actuaciones de los responsables del fraude gigantesco”.
En cuanto al hotel Margarita Concorde se supo luego que la remodelación se llevaba a cabo debido a que la Dirección de Servicios Turísticos, ante las innumerables quejas recibidas por los usuarios, había advertido a la directiva del Concorde que debía hacer una serie de mejoras a las instalaciones para mantener la categoría de hotel 5 estrellas. Al parecer lo que se prometió como el más lujoso hotel de la isla adolecía de serias fallas que lo hacían desmerecedor según los estándares internacionales de la más alta calificación. Así que para no perder aquella estrella que se le había otorgado de más, se debían emprender amplias reestructuraciones.
Siguen las pesquisas
En las investigaciones realizadas en los días siguientes se encontró que ni la remodelación ni la ampliación tenían el visto bueno de las autoridades. Los planos no habían sido llevados al cuartel de bomberos para su revisión, clasificación y autorización, lo cual era una contravención a las normas de seguridad y no se ajustaban a las normas de control de calidad de Covenin. Además se halló que por aquellos trabajos la constructora tenía las escaleras de emergencia llena de escombros. Contrario a lo que aseguraron las autoridades del Concorde se pudo establecer que las luces de emergencia en ningún momento funcionaron ya que los cables que iban de la planta de emergencia se quemaron al inicio del fuego, lo que dejó a oscuras toda el área. Para el 2 de diciembre se anunció que había dos personas detenidas pero no se reveló sus nombres.
A las pesquisas se sumaron los Fiscales del Ministerio Público Jhonny Guerra Brito y Freddy Ron Tovar quienes venían a reforzar el trabajo de la Juez Superior doctora Princesa Cedeño, así como de la Policía Técnica Judicial y el Cuerpo de Bomberos. El miércoles 2 de diciembre, el Dr. Edwin Sambrano inició una investigación particular por vía judicial, a solicitud de la familia Fermín y el vice cónsul de los Estados Unidos se traslado hasta la isla para iniciar investigaciones en nombre de su embajada. Asimismo se presentaron en el lugar del siniestro un grupo de investigadores privados contratados por las familias de los dos norteamericanos. Por varios años Carlos Fermín (hijo) mantuvo un litigio legal con la Organización Concorde.
El domingo 29 de noviembre en horas de la noche fueron velados Isaac Ramón Moya, Roxana María Fermín Sambrano, Carlos Fermín, Iris Sambrano de Fermín, Gustavo Fermín Sambrano, Lorena Catalano Noriega de Fermín y la niña Carla Fermín en la capilla mortuoria de la Funeraria José Gregorio Hernández, ubicada en la calle Miranda de Porlamar. A las 4 de la tarde del lunes 30 de noviembre fueron llevados a la Iglesia San Nicolás de Bari para los actos litúrgicos y de allí hasta la Farmacia El Parque, propiedad de la familia, donde se realizó un pequeño homenaje. Por lo menos 20.000 personas acompañaron las exequias en medio de un sobrecogedor silencio.
Los cuerpos de Rosa Freites y José Núñez Castañeda fueron enviados a Caracas. La madre del músico hubo de enterarse del hecho cuando oyó la noticia del incendio en un extra de Mundial Margarita mientras realizaba compras en el Mercado de Conejeros. Corrió al hospital y allí fue informada de la trágica muerte de su hijo.
Tres hechos bochornosos
Como si lo ocurrido en el hotel Concorde, no hubiese sido suficientemente doloroso, tres sucesos despreciables se sumaron a la tragedia. En las mismas horas en que se quemaba el cuarto piso de la edificación, sujetos inescrupulosos se dedicaron a saquear las habitaciones dejadas a la carrera por los huéspedes, a los propios padres del novio fallecido les sustrajeron joyas y siete mil dólares en efectivo. Luego, las ropas que se llevaron para vestir los cadáveres de Christopher Paul Scipione y Michel Joseph Buzzeo fueron robadas de las oficinas de la morgue del hospital Luis Ortega y para completar el cuadro de ignominias, el hotel se negó a aportar 3 mil dólares para pagar los gastos de preparación de los cuerpos de los estadounidenses y el transporte aéreo de los mismos, alegando que no había autorización alguna por parte del departamento de contraloría para tales pagos.
El artista plástico Juan Loyola quien fue amigo de Christopher, encabezó los trámites ante la gerencia del hotel intentando que los dos chicos fueran finalmente enviados a descansar en su patria. Solidario con el dolor de sus familiares y apoyado por los pintores William Cedeño y Luis González propuso dejar varias de sus obras en depósito como garantía del pago. Juan Loyola reveló que al principio habían recibido la colaboración de la señora Tulia Soucy, pero luego ésta desapareció y al no encontrarse ella ya no recibieron ayuda de ningún funcionario del hotel.
El Concorde ¿Un ave fénix?
El Margarita Concorde cerró sus puertas al público en 1994, entre la gente del pueblo se decía que el desprestigio que produjo la tragedia del domingo 29 de noviembre de 1987 fue haciendo cada vez más pesado el flujo de turistas al hotel. A esto se sumaba la demanda incoada por Carlos Fermín, hijo y leyendas que surgieron en torno a la presencia de fantasmas en las instalaciones.
El ingeniero Andrés Pérez quien 14 años después se encargaría de dirigir el proyecto integral de remodelación, desmintió de manera categórica esas consejas: “El hotel lo cerraron porque sus dueños originales se cansaron de la operación. No estaba siendo rentable y era una rama comercial más. Lo mantuvieron hasta que encontraron un comprador que ofreciera el monto que esperaban. Hasta ahora eso no había pasado”.
En 2008 se anunció que el hotel Margarita Concorde fue comprado por el grupo Gorrín a la sucesión González-Gorrondona. Aquel grupo encabezaba una sociedad de la que formaban parte el Banco Canarias, la Marina Américo Vespucio de Puerto La Cruz y el Centro Comercial Caribbean Mall. El objetivo era rescatar las emblemáticas instalaciones, interviniéndolas de manera exhaustiva y sistémica para abrir con una nueva cara al público.
Posteriormente se anunció en un reportaje de la revista “Destino Venezuela” que el hotel sería parte del Desarrollo Turístico Concorde Margarita, que mezclaría áreas recreativas, de servicio y profesionales; incluyendo piscinas zona de playa, canchas de tenis y usos múltiples, auditorio, spa, restaurantes, bares y una sala de conferencias. Este renovado Concorde operaria bajo los estandares de la cadena Wyndham, pasando a llamarse Wyndham Margarita Concorde Hotel & Spa. Se suponía que debía estar en funcionamiento a finales del 2009 pero por lo que sabemos al día de hoy, continúa cerrado. Para conocer más sobre el proceso de recuperación del Margarita Concorde pueden visitar el siguiente enlace Hotel Concorde
El salón Nueva Esparta se ubicaba en el área “Fiestas” del cuarto piso; por ser el más amplio y lujoso era utilizado para grandes recepciones y banquetes. Vista el Link para ver que adyacentes a ese espacio existían otras tres salas de dimensiones más modestas llamadas Margarita, Coche y Cubagua; de las cuales solo funcionaba la primera pues las otras dos se usaban como depósitos para guardar muebles y alfombras procedentes de habitaciones que estaban siendo remodeladas, además del material usado para la remodelación, como cola industrial, pintura y thinner.
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